FINAL DE OBRA
El proyecto, desarrollado por La Menara, parte de un reto complejo: transformar un conjunto de espacios fragmentados en un jardín fluido, coherente y lleno de vida.
MATERIALES
En Villa Eugenia, la materialidad se convierte en lenguaje. Cada textura y color ha sido seleccionado para generar continuidad con la vivienda y reforzar la armonía visual del conjunto.
DISEÑO CREATIVO
El proceso creativo de Villa Eugenia se centra en una premisa: conectar lo fragmentado. La parcela se unifica mediante una composición rítmica de líneas y vegetación.
FINAL DE OBRA
El diseño de Villa Eugenia responde al carácter de la vivienda: contemporánea, precisa, de líneas puras. Sin embargo, el jardín introduce una nota cálida, un contrapunto orgánico que rompe la rigidez de la arquitectura sin oponerse a ella. Las masas verdes actúan como cortinas vegetales que suavizan la luz y acompañan las vistas desde el interior. Las transiciones entre terrazas, planos de piedra y parterres de plantación se realizan con naturalidad, reforzando la sensación de unidad entre interior y exterior.
En los espacios intermedios, zonas de estar y rincones de contemplación surgen como pausas dentro del recorrido. La vegetación —compuesta por gramíneas, tapizantes y ejemplares de palmeras esbeltas— aporta textura, frescura y verticalidad. La sensación general es de equilibrio y silencio: un jardín en Marbella que invita a vivirlo, no solo a observarlo, donde cada elemento contribuye a una experiencia armoniosa.
La luz natural es protagonista. Durante el día, las superficies claras reflejan los matices del cielo y el verde de la vegetación; al atardecer, la iluminación paisajística —discreta y puntual— revela la arquitectura del jardín, prolongando su atmósfera tranquila más allá del crepúsculo. El resultado es un espacio sereno y funcional, un refugio contemporáneo que ejemplifica el paisajismo de la Costa del Sol en su expresión más sobria y elegante, con una relación equilibrada entre cada componente del jardín y la vivienda.
Ubicada en el entorno residencial de Las Brisas, Marbella, Villa Eugenia surge como una intervención paisajística que busca la continuidad entre arquitectura, terreno y naturaleza. El proyecto, desarrollado por La Menara, parte de un reto complejo: transformar un conjunto de espacios fragmentados en un jardín fluido, coherente y lleno de vida, donde la armonía entre todos los elementos era clave desde el inicio.
Desde el acceso, una secuencia de pasos geométricos de hormigón guía el recorrido a través de un paisaje en transformación. Cada tramo ofrece una lectura distinta del jardín: perspectivas controladas, sombras proyectadas sobre muros blancos y una vegetación que equilibra estructura y suavidad. El movimiento es constante, pero sin estridencias; el visitante avanza entre texturas y alturas que cambian sutilmente, en un ritmo sereno y ordenado, siempre preservando la coherencia visual y funcional entre arquitectura y jardín.
MATERIALES
En Villa Eugenia, la materialidad se convierte en lenguaje. Cada textura y color ha sido seleccionado para generar continuidad con la vivienda y reforzar la armonía visual del conjunto. Los pasos de hormigón prefabricado, de líneas limpias y proporciones precisas, estructuran los recorridos principales, aportando un orden geométrico que dialoga con la arquitectura. Entre ellos, se insertan tapizantes verdes y gravas de tonos neutros que aportan naturalidad y permeabilidad al terreno, consiguiendo que todos los elementos convivan en armonía.
Los muros perimetrales, antes dominantes, se suavizan mediante revestimientos vegetales que varían su densidad a lo largo del año. Plantas trepadoras y especies de hoja perenne cubren las superficies verticales, transformando la percepción del espacio y aportando textura cambiante. Este recurso convierte las fronteras en paisajes y transforma las paredes en lienzos vivos, reforzando la coherencia del jardín con su arquitectura circundante.
En el corazón del jardín, un huerto de aromáticas contenido en jardineras de acero corten aporta un valor funcional y sensorial. Además de su carácter decorativo, ofrece un vínculo directo entre la naturaleza y la vida cotidiana de la vivienda. Su aroma —romero, tomillo, lavanda— se mezcla con el aire cálido de Marbella, generando una experiencia olfativa que acompaña cada recorrido, demostrando cómo la armonía y el equilibrio entre diseño y vida diaria fueron principios centrales.
Los materiales predominantes —piedra natural, acero corten, madera termotratada— fueron elegidos por su resistencia y coherencia cromática. La gama neutra de beiges, ocres y grises refuerza la luminosidad del conjunto, mientras que las texturas rugosas aportan calidez táctil. La iluminación exterior desempeña un papel esencial: luz cálida, integrada en pavimentos y jardineras, que resalta las siluetas vegetales y la geometría de los caminos sin interferir en la percepción natural del espacio, asegurando que la relación entre los elementos se perciba tanto de día como de noche.
Desde el punto de vista técnico, el proyecto incorpora soluciones de paisajismo sostenible: riego por goteo, drenaje natural y especies de bajo mantenimiento. Estos sistemas garantizan la durabilidad y eficiencia del jardín, reflejando el compromiso de La Menara con un diseño respetuoso, contemporáneo y perfectamente coordinado con su entorno.
DISEÑO CREATIVO
El proceso creativo de Villa Eugenia se centra en una premisa: conectar lo fragmentado. La parcela, originalmente dividida en distintas plataformas, se unifica mediante una composición rítmica de líneas y vegetación. Los arquitectos paisajistas de La Menara plantearon un esquema basado en la continuidad visual y la armonización de cada componente, desde la arquitectura hasta el último detalle vegetal: los ejes de la arquitectura se proyectan hacia el jardín y se descomponen en formas orgánicas que guían el movimiento del visitante.
Las áreas estructuradas conviven con masas vegetales de crecimiento natural, generando contrastes de textura y escala. La geometría ordena; la vegetación suaviza. Este diálogo constante entre lo racional y lo orgánico define la identidad del proyecto, mostrando cómo la coherencia entre los elementos es clave para lograr armonía.
Las micromodelaciones del terreno aportan profundidad y dinamismo. Pequeños desniveles crean sombras naturales y perspectivas nuevas, introduciendo una topografía amable que acentúa el carácter envolvente del jardín. Estas ondulaciones, imperceptibles a primera vista, cambian la experiencia del espacio con cada paso, reforzando la sensación de unidad del terreno con el diseño paisajístico.
El huerto de aromáticas, integrado en el diseño general, representa la dimensión sensorial del proyecto. Más allá de su funcionalidad, se convierte en un gesto poético: un punto donde la arquitectura, la naturaleza y la vida cotidiana se encuentran de manera armoniosa.
La vegetación seleccionada —palmeras esbeltas, arbustos de porte medio, tapizantes florales— se dispone en capas que aportan ritmo y profundidad. Las especies de hoja fina y movimiento ligero reaccionan al viento, generando un jardín en constante transformación. Cada estación modifica su carácter, manteniendo siempre una lectura coherente y equilibrada, donde la unidad del diseño se percibe en cada detalle del jardín.
El resultado final es un espacio que interpreta el diseño de jardines en Marbella desde una perspectiva contemporánea: serena, funcional y atemporal. Villa Eugenia es un ejercicio de precisión y sensibilidad, donde cada elemento, desde el pavimento hasta la sombra, participa en la creación de una experiencia habitable. En este jardín, la belleza no se impone: se insinúa. La armonía surge de la proporción, del silencio, del respeto por la naturaleza y de la coordinación plena de todos los elementos. Es, en definitiva, un ejemplo de paisajismo de autor en la Costa del Sol, una obra que une técnica y emoción para transformar el espacio exterior en un territorio de bienestar y contemplación.













