
FINAL DE OBRA
La pronunciada topografía es la matriz sobre la cual se configura este jardín, un espacio que se despliega como un balcón natural sobre la ciudad.
MATERIALES
Los diversos materiales empleados en el proyecto responden a las características propias del lugar, en especial aquellos que se derivan de la estructura pétrea y rocosa del entorno.
PROCESO DE OBRA
El diseño se adapta a los distintos niveles del terreno, que dialogan con una arquitectura rigurosa y cuidadosamente pensada.
DISEÑO CREATIVO
Estas formas acompañan el recorrido y penetran sutilmente en pequeñas áreas de la vivienda, generando una interacción constante entre interior y exterior.
FINAL DE OBRA
El proyecto establece una relación directa con la topografía del terreno, aprovechando su desnivel natural para crear un recorrido lateral en descenso que se abre a diversos umbrales de acceso a la propiedad. Este trayecto, que se convierte en el eje articulador del espacio, se presenta como columna vertebral del diseño paisajístico. La pendiente, trabajada cuidadosamente, está configurada mediante escaleras construidas con piedra local, un material que mantiene una profunda coherencia con el entorno. La elección de la piedra refuerza la conexión del proyecto con su contexto, favoreciendo la conservación de elementos pétreos que, desde sus orígenes, han dialogado con el lugar.
El recorrido se enriquece con una vegetación mediterránea cuidadosamente seleccionada. Esta vegetación, que varía en altura y textura, se distribuye de manera que crea un movimiento fluido, generando un ritmo visual que, aunque no sigue una estructura rígida, mantiene un alto valor ornamental. La mezcla de plantas autóctonas y de fácil adaptación al clima local permite no solo embellecer el paisaje, sino también contribuir al equilibrio ecológico del espacio. La diversidad de texturas y colores que aporta la vegetación se convierte en un elemento clave para dinamizar el trayecto, haciendo de cada paso una experiencia sensorial.
Este jardín no busca una composición estrictamente ordenada, sino que invita a la exploración y al disfrute del paisaje de una manera más libre y espontánea. El contraste entre los elementos pétreos y la vegetación se convierte en una declaración de respeto por la naturaleza local, mientras que el diseño fluido permite que el espacio se conecte de manera orgánica con su entorno natural.
La pronunciada topografía es la matriz sobre la cual se configura este jardín, un espacio que se despliega como un balcón natural sobre la ciudad. Lejos de ser un obstáculo, el relieve se convierte en el recurso fundamental para diseñar una experiencia paisajística que alterna apertura y recogimiento. A lo largo del recorrido, miradores estratégicamente ubicados permiten al visitante asomarse al paisaje lejano o resguardarse entre muros, bancales y vegetación, generando momentos de contemplación o intimidad según lo demande el recorrido.
La elección de materiales y especies vegetales responde a una lógica de integración y respeto por el entorno. La piedra local, presente en pavimentos, muros y bordes, ancla visualmente el jardín al territorio y establece una continuidad con la geología del lugar. La vegetación, de carácter mediterráneo, no solo refuerza la pertenencia ecológica del proyecto, sino que aporta textura, color y estacionalidad al conjunto.
Este jardín es, en esencia, un espacio en diálogo constante con el paisaje y con su identidad natural. Cada decisión proyectual refuerza la conexión entre arquitectura, topografía y naturaleza, generando una atmósfera coherente, serena y profundamente enraizada al lugar.
MATERIALES
Los diversos materiales empleados en el proyecto responden a las características propias del lugar, en especial aquellos que se derivan de la estructura pétrea y rocosa del entorno. Las tonalidades grises de estos materiales no solo se asocian estrechamente con la arquitectura circundante, sino que también reflejan un legado histórico de la zona, aportando una sensación de pertenencia y autenticidad al paisaje. La piedra, utilizada en diversos elementos, se convierte en un símbolo de continuidad y de respeto por las raíces culturales del lugar.
Las escaleras de piedra, en particular, se presentan como un eco de esta interpretación, donde el diálogo con el entorno natural se establece de forma fluida. Estas escaleras no siguen líneas estrictamente geométricas, sino que se integran suavemente al paisaje, permitiendo que la topografía y los elementos naturales se fusionen. La ausencia de geometrías rígidas en su diseño otorga al jardín una sensación de libertad y espontaneidad, características propias de la estética desenfadada que se busca en este espacio.
Además de la piedra, la madera se introduce en el diseño en pequeños elementos, como los miradores, que continúan con el mismo lenguaje arquitectónico. Estos detalles de madera complementan la dureza de la piedra, aportando calidez al conjunto y creando un contraste sutil pero efectivo que enriquece la experiencia visual y táctil del visitante. Estos miradores, ubicados estratégicamente, ofrecen puntos de observación en el jardín, invitando a la contemplación y a la conexión con el paisaje circundante.
Así, el jardín se compone de una serie de elementos que, aunque no están directamente conectados entre sí, logran crear una atmósfera común. Cada pieza, aunque autónoma en su expresión, se articula bajo un mismo concepto que busca la integración armoniosa con el entorno. Este enfoque, que podría parecer alejado de una planificación estricta, construye una sensación de que todo ha sido habitado desde siempre, como si cada detalle hubiera estado allí desde el inicio, consolidando un espacio que respira su naturalidad. En conjunto, estos elementos no solo conforman un paisaje estéticamente atractivo, sino que también logran establecer una conexión emocional con quienes lo habitan, invitando al disfrute, la reflexión y el descanso.
DISEÑO CREATIVO
La composición paisajística de Villa Coppet parte de una comprensión profunda del territorio y su morfología. El diseño se adapta a los distintos niveles del terreno, que dialogan con una arquitectura rigurosa y cuidadosamente pensada. A partir de este entendimiento, el jardín se configura desde la naturalidad, con líneas suaves y poco definidas que ondulan libremente por el espacio exterior. Estas formas acompañan el recorrido y penetran sutilmente en pequeñas áreas de la vivienda, generando una interacción constante entre interior y exterior.
El recorrido comienza en un espacio de sombra, contenido por una densa vegetación que ofrece frescura e intimidad. Arbustos y herbáceas de diversas texturas enriquecen este primer momento, aportando movimiento y un carácter sensorial al jardín. A partir de allí, se despliega un sendero lateral, delimitado al inicio por piedras locales que refuerzan la conexión con el entorno. Este sendero conduce a un primer mirador oculto, enmarcado por dos olivos situados sobre bancales, que aportan estructura y significado al lugar.
La secuencia continúa con un descenso ondulante que mantiene la misma lógica compositiva: entrar y salir desde la arquitectura hacia el paisaje, sin rupturas. Esta fluidez espacial permite descubrir el jardín a través de una serie de transiciones suaves, pensadas para ser recorridas a pie y en contemplación.
El trayecto culmina en un gran mirador final, envuelto por vegetación mediterránea, que se proyecta como un balcón natural sobre la ciudad. Este punto marca no solo el final del recorrido físico, sino también el clímax visual y emocional del proyecto.
Villa Coppet propone un jardín que no impone, sino que acompaña. Un paisaje que se construye desde la sutileza, el respeto por el terreno y la naturaleza.