FINAL DE OBRA
La topografía del terreno, inicialmente irregular, se aprovechó para generar un juego de alturas que refuerza esa sensación de movimiento continuo.
MATERIALES
La piedra natural, protagonista de los pavimentos, se utiliza en piezas de gran formato con uniones casi imperceptibles que permiten que el ojo fluya sin interrupciones.
DISEÑO CREATIVO
La Menara interpretó la parcela como un lienzo en blanco sobre el que el paisaje debía fluir, conectando niveles, funciones y perspectivas sin interrupciones.
FINAL DE OBRA
La topografía del terreno, inicialmente irregular, se aprovechó para generar un juego de alturas que refuerza esa sensación de movimiento continuo. Pequeños desniveles, rampas suaves y escalones lineales estructuran un recorrido orgánico que nunca pierde la comodidad ni el ritmo. Esta dinámica espacial transforma el jardín en un escenario habitable, donde cada punto ofrece una nueva perspectiva de la vivienda y su entorno.
El agua desempeña un papel esencial. A lo largo del recorrido, su presencia se insinúa en láminas rasas, reflejos o sonidos lejanos. El agua no delimita, sino que acompaña. Refleja las copas de los árboles y la geometría del edificio, ampliando la sensación de espacio y reforzando el vínculo entre interior y exterior.
El conjunto vegetal se organiza con equilibrio: masas de palmeras, arbustos aromáticos y tapizantes ligeros enmarcan los caminos, creando una coreografía natural que responde al viento y a la luz. El movimiento de las hojas, la oscilación de las sombras y el rumor del agua conforman una sinfonía silenciosa que define el espíritu del jardín.
Villa Bonn no es solo un espacio exterior: es una experiencia en constante cambio. Un ejemplo de paisajismo contemporáneo en Marbella donde el lujo se expresa a través del equilibrio, la fluidez y la sensibilidad hacia el entorno.
Los materiales de Villa Bonn fueron seleccionados para potenciar el movimiento y la continuidad visual. La piedra natural, protagonista de los pavimentos, se utiliza en piezas de gran formato con uniones casi imperceptibles que permiten que el ojo fluya sin interrupciones. Sus tonos neutros —arenas, grises suaves y beiges cálidos— reflejan la luz mediterránea y amplían la percepción espacial.
El agua de la piscina de borde bajo—, se convierte en material constructivo por derecho propio. Su textura líquida contrasta con la solidez de la piedra y aporta un brillo cambiante que evoluciona con la hora del día. Al atardecer, los reflejos dorados transforman el jardín en un paisaje íntimo y sereno.
La iluminación refuerza la idea de movimiento a través de la luz. Focos direccionales y puntos empotrados acentúan los recorridos y destacan el relieve de la vegetación. La luz no busca homogeneidad, sino ritmo: zonas de penumbra alternan con destellos suaves, acompañando el caminar y generando una experiencia envolvente.
En una de las zonas más tranquilas y luminosas de Marbella, Villa Bonn surge como un ejercicio de armonía entre la arquitectura contemporánea y el paisaje mediterráneo. El proyecto, concebido por La Menara, parte de una idea esencial: dar protagonismo al movimiento. No se trata solo del desplazamiento físico, sino de la forma en que el espacio, la luz y la vegetación se transforman con el paso del día. El jardín se entiende como un organismo vivo, cambiante, que fluye en diálogo con la arquitectura.
Desde el acceso, el recorrido se desarrolla a través de una secuencia de planos que se entrelazan y se descubren progresivamente. Los pasos de piedra natural se alternan con superficies verdes y bandas de vegetación que conducen la mirada y el cuerpo con suavidad. Nada es abrupto: cada transición está pensada para fluir, para invitar al visitante a moverse con calma, a observar y respirar.
DISEÑO CREATIVO
El diseño creativo de Villa Bonn parte de un gesto claro: transformar un espacio fragmentado en un jardín continuo, donde cada elemento —línea, textura, luz o sombra— participe en un mismo movimiento. Los arquitectos paisajistas de La Menara interpretaron la parcela como un lienzo en blanco sobre el que el paisaje debía fluir, conectando niveles, funciones y perspectivas sin interrupciones.
El trazado se articula mediante ejes visuales que se expanden desde el corazón de la vivienda hacia el exterior. Estos ejes se disuelven en formas orgánicas, adaptándose al terreno y creando una secuencia espacial que cambia según el punto de vista del visitante. La sensación es la de caminar dentro de una composición viva, donde la arquitectura marca el ritmo y la vegetación aporta cadencia.
La vegetación se dispone en capas de altura y densidad diferentes. En primer plano, especies bajas y aromáticas acompañan los caminos; en niveles intermedios, arbustos de follaje estructurado definen el espacio; y al fondo, palmeras y árboles de porte elegante enmarcan las vistas. Este juego de planos vegetales genera profundidad y dinamismo, manteniendo un equilibrio visual permanente.
El jardín se convierte así en un recorrido coreografiado. El visitante se mueve entre zonas de estancia y tránsito sin percibir rupturas. Las sombras móviles, las variaciones del terreno y el sonido del agua marcan un ritmo natural que hace que el espacio parezca respirar.
El color y la textura se trabajan desde la discreción: predominan los verdes suaves, los tonos grisáceos y los reflejos del agua sobre la piedra clara. La intención no es sorprender, sino acompañar. Todo en Villa Bonn está diseñado para fluir, para invitar al movimiento y a la observación.
En esencia, Villa Bonn es un ejercicio de diseño paisajístico en Marbella donde la elegancia se expresa a través de la naturalidad. La Menara convierte el paisaje en una experiencia sensorial continua, en la que cada paso revela una nueva composición de luz, textura y sonido. Es un jardín que no se detiene, que se transforma con el día y que celebra el movimiento como forma de belleza.









