
FINAL DE OBRA
Cada rincón ha sido cuidadosamente diseñado para establecer un diálogo armónico entre lo construido y lo vegetal, donde el paisaje no solo acompaña, sino que estructura y complementa la experiencia espacial.
MATERIALES
Los elementos elegidos son en tonos blancos y beige, madera de acabado natural y acero corten, esto actúa como un eco material de la arquitectura preexistente, reforzando una estética serena, sobria y atemporal.
DISEÑO CREATIVO
Esta extrapolación de geometrías permite una continuidad conceptual entre arquitectura y jardín, generando una lectura coherente y articulada del conjunto.
FINAL DE OBRA
El proyecto, concebido bajo una sensibilidad tropical, articula espacios de contemplación y transición a partir de una superficie limitada, aprovechando al máximo las condiciones del sitio y la cercanía con la arquitectura circundante. Cada rincón ha sido cuidadosamente diseñado para establecer un diálogo armónico entre lo construido y lo vegetal, donde el paisaje no solo acompaña, sino que estructura y complementa la experiencia espacial.
Los espacios de transición se integran con naturalidad a través de recorridos definidos por la vegetación y la arquitectura, ofreciendo momentos de pausa y conexión. El follaje, diverso y exuberante, enriquece el ambiente con colores vibrantes, texturas contrastantes y aromas distintivos, generando una atmósfera envolvente y dinámica a lo largo del día.
Una fuente ubicada estratégicamente en el corazón del jardín actúa como punto focal y elemento articulador. Su sonido constante y el movimiento del agua aportan frescura y serenidad, haciendo de la terraza un lugar privilegiado para el encuentro y la permanencia. La presencia del agua, junto con el ritmo del follaje, crea un microclima que envuelve al usuario en una experiencia íntima y multisensorial.
En el acceso principal, un olivo cuidadosamente plantado en una gran jardinera marca el umbral de ingreso al jardín. Este gesto simbólico señala el inicio del recorrido y anticipa la riqueza espacial que se desarrolla al interior. La sombra proyectada por su copa y su carácter escultórico refuerzan la idea de refugio y bienvenida.
Este jardín no se plantea como un simple espacio verde, sino como una extensión activa de la arquitectura: un lugar para habitar, contemplar y reconectar con lo natural dentro del entorno urbano.
Este jardín se concibe como un refugio sensorial en medio del entorno urbano, donde la vegetación tropical y los olivos se disponen estratégicamente para enmarcar el acceso principal, generando un recorrido de transición entre la ciudad y la intimidad del espacio interior. El eje visual del conjunto se orienta hacia una fuente central, elemento que no solo organiza el espacio, sino que introduce sonido y frescura, reforzando la dimensión atmosférica del lugar.
El perímetro del jardín ha sido cuidadosamente diseñado como una envolvente protectora, integrando vegetación, muros y elementos arquitectónicos que filtran las vistas y controlan el microclima. Este límite no se presenta como una barrera, sino como una transición matizada que permite que la arquitectura respire en diálogo con el paisaje. Así, el jardín no se entiende como un complemento, sino como un sistema proyectual que extiende y amplifica la experiencia del habitar.
En conjunto, el diseño transforma este espacio en un pequeño oasis urbano: íntimo, climático y sensorial, capaz de ofrecer una pausa contemplativa en medio del dinamismo.
MATERIALES
La selección de materiales en este proyecto responde a una búsqueda consciente de integración entre arquitectura y paisaje. Lejos de imponer contrastes forzados, los elementos elegidos son en tonos blancos y beige, madera de acabado natural y acero corten, esto actúa como un eco material de la arquitectura preexistente, reforzando una estética serena, sobria y atemporal. Estos materiales nobles se incorporan al jardín no como protagonistas formales, sino como fondo cálido y discreto que permite resaltar la exuberancia del componente vegetal.
El acero corten, se utiliza para contener tierras, delimitar recorridos y enmarcar zonas de plantación, integrándose de manera orgánica con los matices del follaje. Conforma el elemento principal de agua por lo que sus tonalidades destacan como foco inicial de la jardinería. La madera evidenciada en su carpintería, adquiere un carácter sensorial y honesto, mientras que los acabados neutros de muros y solados contribuyen a mantener una atmósfera de calma visual a través de sus tonos blancos y beige. Esta paleta cromática controlada busca diluir los límites entre lo construido y lo natural, otorgando al jardín una continuidad estética que refuerza la experiencia espacial.
Los recorridos se articulan a través de una estrategia precisa de pavimentación diferenciada. Un juego sutil entre materiales rígidos y áridos permite definir con claridad los distintos usos del espacio sin recurrir a elementos invasivos. Las áreas de permanencia y los accesos principales se revisten con superficies durables y regulares, el pavimento porcelánico y las losas refuerzan el carácter formal y funcional de los recorridos y áreas de permanencia. Por otro lado, las zonas de transición secundarias se resuelven mediante pavimentos blandos o granulados, como grava compactada, que fomentan una experiencia más orgánica al caminar.
Esta diversidad de texturas no solo responde a criterios funcionales, sino que también enriquece la narrativa del recorrido, marcando pausas y ritmos dentro del jardín. En conjunto, el uso intencionado de materiales permite una lectura fluida del espacio, donde cada elemento encuentra su lugar sin competir con la presencia dominante de la vegetación. El diseño, así, se convierte en un acto de equilibrio entre materia, forma y naturaleza, favoreciendo una vivencia paisajística contemplativa, armónica y profundamente conectada con el entorno.
DISEÑO CREATIVO
El proyecto se estructura a partir de los nodos iniciales de acceso, donde la arquitectura establece una fuerte presencia formal. Las líneas ortogonales que definen la fachada se proyectan hacia el paisaje y se traducen en elementos clave del diseño exterior, como la jardinera central y la fuente de agua. Esta extrapolación de geometrías permite una continuidad conceptual entre arquitectura y jardín, generando una lectura coherente y articulada del conjunto.
A partir de estos trazos estructurales, se crean ejes visuales estratégicamente orientados para enfocar perspectivas y contener espacialmente ciertas áreas. Estos ejes permiten organizar el espacio, donde las proporciones de sus elementos están cuidadosamente medidas, por la limitación de espacio de la propiedad. Se favorece una sensación de intimidad sin perder amplitud. Esta estrategia de diseño permite jerarquizar recorridos, enmarcar vistas y destacar elementos puntuales del paisaje.
Las áreas de césped funcionan como zonas de respiro dentro de la composición, ofreciendo superficies abiertas que contrastan con la densidad vegetal de los bordes. Su perímetro está definido por una vegetación tropical exuberante, compuesta por especies de grandes follajes, distintas alturas y variadas texturas, que recrean una atmósfera de oasis y promueven un microclima confortable.
La iluminación, concebida con sutileza y precisión, se emplea como una herramienta para reforzar la experiencia nocturna del jardín. Se han dispuesto luminarias que enmarcan árboles principales, resaltan la fuente como punto focal y acentúan ciertas especies clave del perímetro. Este tratamiento lumínico no solo otorga profundidad al espacio, sino que también realza el carácter escenográfico del jardín en las horas vespertinas, manteniendo siempre una atmósfera serena y contemplativa.
En conjunto, el proyecto integra arquitectura y paisaje en una narrativa geometría donde la vegetación y la luz dialogan para crear textura, llena de sensaciones y equilibrio.